RINCÓN DE MIS HORAS AGRIDULCES
No sé qué llamarle.
¿Escritorio? ¿Torre informática?
¿Rinconcito donde rehíce mi vida?
¿Espacio de mis alegrías y penas?
¿Lugar de mis descubrimientos, de mis recuerdos y olvidos,
de mi soledad acompañada de teclado y pantalla,
testigos cuando he paladeado la sal de mis lágrimas?
Unas veces de dolor, al recordar algunos momentos
después de un largo camino.
Paraditas que hay que hacer
pensando cómo me trató la vida,
pero ha sido y mi vida es, como muchas existentes…
Otras veces de alegría,
siempre que escribo a los míos, a mayores y pequeños,
los ojos se me humedecen,
me sale del corazón y los quiero con el alma,
aquí, doy gracias, la estrella me acompañó.
Pero… cuántas veces he llorado de alegría,
leyendo poemas que me han dedicado,
donde veían bellos lienzos, adornados con pinceles,
fabricados con el alma, creando cuadros preciosos,
que yo no reconocía,
nunca me vi reflejada en esos bellos tapices.
Otras veces es la cabeza la que comienza a girar
y descubro emociones, quizás nuevas para mí,
las ubico en el papel como las voy sintiendo.
Y me alegra recordar que siempre hay que amar en la vida,
aunque en alguna ocasión nos obligue a olvidar,
decirle adiós a los sueños,
a los momentos vividos de ilusión y de esperanza,
perdidos para siempre como partículas en el espacio y en el tiempo.
Que las musas me acompañen siempre que las necesite,
cuando la imaginación está ocupada no pienso en cosas extrañas
y se detiene en crear poemas que salen del alma,
que luego archivaré como esencia de mi vida,
en este reanimado y preferido espacio.
7/7/10 Inés Mª Díaz