CONTEMPLACIÓN
Con ansias esperaban su descenso
y contemplaban su policromía
extasiados en su mayor esplendor.
El rojo, anaranjado, violeta y ocre
derramaba belleza sublime.
Se interpuso otro cuerpo
y cambió su fisonomía,
regalaba hermosura al instante.
Un resplandeciente espejo
unía cielo y mar,
se ocultaba tras el horizonte.
Su compañera atisbaba impaciente
los últimos destellos del ocaso
y celosa aguardaba
ese momento de contemplación
donde las miradas comienzan a soñar
tornándose hacia ella,
con un reflejo instantáneo
al argentado gajo de mandarina,
aún creciente
se sentía llena en su ego.
Septiembre / 2009 Inés Mª Díaz