A INÉS DÍAZ RENGEL

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domingo, 21 de junio de 2009

VA POR TI, MUJER

















VA POR TI, MUJER
Mujer,
que tras de una tormenta
la lluvia emana,
calándote hasta el alma,
quedando, tus sentimientos siempre
anegados.
De enorme corazón no comprendido,
que siempre ha dado más
que ha recibido.
Que cuando vas a hablar no eres oída.
¿Acaso es más importante lo que otros dicen?
Mejor que callen,
que decir palabras que hieren.
Labios sellados,
deberían estar a veces para no escucharlos.
Mujer,
confiada y confundida,
haciéndose mil cábalas en sus adentro,
creyendo conocer a quien…
después de mucho tiempo tiene a su lado,
sin poder adivinar sus pensamientos
¿Es que no han sabido nunca lo que es amar?
¿O no saben adaptarse a su tiempo?
O quizás…
¿Han confundido amor con sexo?
Mujer,
que a veces, necesitas un apoyo, una mano,
o alguien que te escuche, para aliviar ese pesar
que la vida va dejando.
Mujer,
deja que el viento del otoño
se lleve las hojas secas
y piensa en la esperanza
como en las yemas que brotan de los árboles,
para poder ser flor en primavera,
que tras de una tormenta viene la calma
y podrás disfrutar de esa paz
que siempre va con ella.
Inés Mª Díaz

viernes, 5 de junio de 2009

CAMINO DEL COLEGIO















CAMINO DEL COLEGIO
Al colegio siempre en “ bici”
con mi hermano acudía,
me montaba a la grupa
y su cintura cogía.
Dejaba colgar el traje,
y sentada en un cojín,
en un cojín de “jarapa”,
como si fuera a caballo,
un caballo de hojalata.
Si la “bici” se pinchaba,
teníamos que ir andando,
y como estaba muy lejos
y una excursión siempre fuera,
llevábamos un canasto
de mimbre con tapadera.
Y le dábamos la lata,
“pa” que mi madre pusiera
la tortilla de patatas.
Y volviendo del colegio
lo pasábamos muy bien,
menos cuando peleábamos
que teníamos que correr.
Y jugábamos a pídola,
a las canicas y al trompo.
Cogíamos caracoles,
flores silvestres e hinojo.
Tiempo de calor y trigo,
y la chicharra saltando,
cómo gustaba cogerla
por el lomo con cuidado,
escuchar su musiquilla
y sentir cómo vibraba
esa verde barriguilla.
También nos entusiasmaba,
ver cómo el escarabajo
su pelota transportaba.
Inés Mª Díaz