
Descubro en el silencio de tus ojos,
el reflejo de un rostro diferente,
no me importa,
aunque me inunde la tristeza,
porque al igual que yo
arrastras los fríos eslabones del pasado.
Se esfumarán nuestros sentimientos
como bocanada de humo en el espacio
y dejarán de existir como un hecho inexistente.
Sólo en lo más profundo de mi ser
sentiré el dolor que origina un adiós.
Cuidaré y mimaré cada instante vivido,
lo guardaré como plasmado en un lienzo
por delicados pinceles,
que supo poner los colores exactos
de la felicidad.
Llevaré bajo mi piel
los momentos más bellos guardados
y sobre ellos escribiré
la memoria de un cuadro
colgado de las paredes del tiempo.
Inés Mª Díaz Rengel