
ÁCARO
No puedo permanecer en esta casa
lúgubre y húmeda.
Soy alérgica al ácaro
y estaría estornudando
noche y día,
sin parar de rascarme la nariz,
con los ojos enrojecidos e inflamado.
Es como si ese minúsculo bicho,
invisible a simple vista,
se adheridse a las paredes
de mis fosas nasales
y trepando, trepando hacia mis ojos,
como si llevara plumas en sus patas,
corriera de un lado para otro,
hasta quedar mis ojos ensangrentado.
Esperando que llegue el antihistamínico.
Me he cambiado a un piso soleado.
Inés Mª Díaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario